domingo, 31 de julio de 2011

GIL DE BIEDMA Y "LAS PERSONAS DEL VERBO".

Quiero pensar que mi reencuentro con Gil de Biedma no fue fortuito. Cuando conocí a uno de mis mejores amigos era una de sus lecturas diarias, y aún creo que es para él un escritor de referencia. En ese tiempo me vi motivada a leerlo, y quizás entonces me pareció muy agriopicante, extrañamente dulce pero con un cierto aroma seco, algo así como un tequila doble y una bocanada de sal súbita, una contracción secreta de las papilas gustativas que no pude encajar en el momento justo – como una perra enferma-.


Tantee el  libro de “Las personas del verbo”  muchas veces en los años de Universidad, pero no alcancé a leerlo nunca de veras, no con la dedicación adecuada, nunca del principio hasta el final – como un largo túnel- . Creo recordar que algo más tarde, cuando terminé la carrera y tuve más experiencia vital, mas lecturas y algo menos de prejuicios, lo cogí de nuevo de la mano, comprendí apenas varias cosas, me sentí realmente feliz y concordante con algunas de las sensaciones contrastadas en los versos del poeta.

Tras esa satisfacción, sin embargo, volví a olvidar a Gil de Biedma y me dirigí a vivir los derroteros por los que me había llevado la vida, como un ser humano cualquiera pero con ese afán de sorber las experiencias hasta el fondo, hasta ver las últimas gotas en el vidrio transparente. Y ahora después de todo ese tiempo, gracias al recuerdo de esta lectura, que se ha hecho evidente con la vuelta de aquel amigo entrañable, me encuentro frente a “Las personas del verbo” y he comenzado a reír mientras releía “Contra Jaime Gil de Biedma”. No es una lectura fácil, pero tampoco una lectura que haya que dejar pasar. Por ello os animo a que dejéis a Gil de Biedma colarse en vuestra vida cotidiana y palpéis su sensualidad y su diestra capacidad de utilizar siempre la palabra inapropiada pero acertada para ilustrar cada situación del yo y su circunstancia. Un saludo desde las Quimeras. 

1 comentario:

  1. el otro día tuve la ocasión de ver "el cónsul de sodoma"...

    quizás intoxicado por las dulces palabras de Juan Marsé ("¡es una mierda inmunda!"), la película pasó por delante mía sin dejarme ninguna "huella" en especial, salvo los versos recitados por Jordi Mollá en el papel del propio autor (el "Himno a la Juventud" por ejemplo) y algún que otro guiño histórico

    sin embargo, Jaime Gil es un GRANDE de esos con mayúsculas, y merece ser releído una y mil veces... aunque yo todavía vaya por la primera

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